Ayer eran las 8:10 y veamos, estaba borracho. No mucho, pero lo justo para irme con J a romper cosas por las calles más oscuras del barrio. Tenía en el bolsillo la cartera con el DNI y rebusqué y rebusqué pero no encontré ningun billete. Había, quizás, un euro en monedas de 20 y 10 centimos. Los cobres no estaban, lo uso para tirarlos cerca de alguien en la calle o el metro y mirar a ver si se agachan a por ellos o lo dejan estar. Casi nunca se agachan pero siempre es entretenido ver como la gente duda de unas formas u otras.
El caso es que andaba sin dinero y un poco borracho y en eso que estabamos dando patadas a un contenedor amarillo que sonaba a botellas de cristal chocando unas contra otras cuando se nos acerca un bobete de unos 15 a unirse a la fiesta.
Esto nos enfuerece así que la tomamos con el. Le metemos en el contenedor amarillo y lo tiramos en medio de la carretera cuando pasa un autobus rojo bastante vejete que le da de refilón. Así que el autobus no se para y nos llevamos al bobete a un parque cercano a ver que tal le fue el viaje.
Los primeros 15 minutos no dice nada coherente pero la asociación de ideas es bastante entretenida de escuchar así que le escucho atentamente. Dice cosas como: fuego, si, que, Yone, Aah, chis-chas y algunas otras palabras sueltas. Nos empezamos a aburrir J. y yo pero el bobo espabila y nos ve, se intenta levantar rapidamente pero se cae de morros al suelo otra vez. Eso hace reir fuerte a J. que me dice que le invitemos a algo por ser un hijo de puta tan divertido. Aún guardo algo flojo encima y ya no estoy tan borracho así que divido entre tres y nos tomamos algo convidando al bobete que es buena forma de empezar la jornada.
Después de ese desayuno de campeones dejamos al bobete tumbado en un banco (se ha mareado un poco después de tanta agitación) y con lo que llevaba en los bolsillos nos invitamos a un cafe en un bar cercano.
Llevan ya una semana sin limpiarlo y el suelo está lleno de barro. Camino hacia mi mesa favorita y me fijo un poco en la clientela. Huele un poco más fuerte que de costumbre. La mezcla de polvo y sudor se pega a las paredes y se resiste a desaparecer.
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