jueves, 24 de septiembre de 2009

Au

Una madrugada me encontraba en una acera vacía cerca de las vías del tren. Con la música alta cruzaba la acera, mirando proféticamente al trafico que podría venir a mis espaldas. La banda sonora no tapaba el sonido de mis pasos que se acompasaban a la música que llevaba. Algo de rock creo recordar.

El viaje se hacia largo a pesar de mis intentos de abstraerme con chorradas. Desde paranoias básicas de giro de pescuezo hasta teorías extrañas sobre alienígenas. Un joven pasándoselo bien ensimismado y ebrio de realidad, contando sus propios pasos y repasando la lista de fracasos y triunfos. En eso me encontraba.

Cuando algo te detiene y te aparta de tus miedos rutinarios suele ocurrir lo siguiente: Una de las luces en las que te vas fijando. Una luz que va recorriendo con un tintineo metálico la vía en la que te estabas concentrando cambia. Ya no atraviesa la densa madeja de oscuridad que se desplaza contigo. No encuentra tus ojos.

Después de la vista perdida que confirma un perfil en la distancia bajas las música. Te concentras en escuchar los sonidos del otro. Y con sus pasos llega también una nota distinta. Un chirrido velado por la distancia. ¿Me pica lo suficiente la curiosidad como para pasar cerca del extraño y curiosear?

Cambio de paso y cierro la distancia rápidamente. Ahora ya esta claro. Lo que despertaba mi curiosidad era música flamenca a través de los altavoces de un movil y mientras cruzo miradas con el extraño me desoriento. Si ya se ve poco en esta ciudad y la poca luz que queda la absorben las idiosincrasias locales pasa lo que pasa.

Esta es la historia de como me choqué contra un poste el otro dia.