martes, 28 de abril de 2009

Crónicas

Alevines se adentran en la maleza sin esperar al tutor encargado y encuentran caminos que surcan la hierba como cicatrices viejas. Los pasos les guian a pequeñas lagunas y grandes charcos donde es notoria la ausencia de cualquier tipo de vida animal.

Descansan a la sombra de la flora en las orillas. Beben en las zonas menos estancadas y se alimentan de los frutos de cocoteros y plataneros.

-Y si se acaban? -pregunta el menos listo pero más rápido.

Pues nos comemos entre nosotros contestan con el rostro cansado el resto.

Vuelven de nuevo al borde de la montaña donde los gritos del joven venteañero suenan cada vez más débiles. Se le ha olvidado ya probablemente que el ese el encargado del grupo de chicos. Que todos ellos se encuentran bajo su responsabilidad.

Los chicos se muestran creativos y discuten acaloradamente el mejor método para que se lea las cartas de despedida recién redactadas. Temen ser demasiado jóvenes y marcharse dejando atrás una vida vacia. Sin haber aportado nada esencialmente propio a la gente que seguirá existiendo. Se sienten como agua estancada a los márgenes de un rio cuya corriente se desplaza hacia delante y olvida rapidamente lo que quedó atrás.

[A continuar, o no]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

pues claro que telafó ¡Y SÍ!

Dr. Horroris Causa dijo...

A saber si habré influido lo suficiente en alguien como para que no se me olvide cuando haya muerto...